junio 15, 2006

Cuatro preguntas a Joan Fontcuberta

Estuve en contacto con Joan Fontcuberta desde minutos después de la fabulosa pifia que nos regaló Íker Jiménez.

Como fotógrafo, como periodista y como promotor del pensamiento crítico, le propuse a Joan cuatro consideraciones a modo de preguntas que amablemente me ha respondido en medio del tráfago de su trabajo y del remolino en el que se ha visto envuelto por el nuevo jimenazo que ha sufrido el periodismo y la credibilidad de Cuatro, sobre todo cuando los fanáticos más delirantes pretenden ahora fingir que la "culpa" es del artista que presenta su trabajoy no del "investigador" chapucero, mentiroso, amarillista, sensacionalista, desprolijo y movido únicamente por intereses crematísticos y que no tiene las luces ni el interés suficientes por confirmar si un relato es ficticio o no. Claro, un verdadero fanático religioso nunca cuestionará a su gurú, e Íker va para gurú a velocidades casi lumínicas.

Sin más, van mis preguntas y sus respuestas.

Mauricio-José Schwarz: ¿Qué reacción te provoca en primera instancia saber que ahora los medios de comunicación "serios" toman tu proyecto "Sputnik" y lo ponen de cabeza presentándolo como un hecho real, casi 9 años después de que lo realizaras?

Joan Fontcuberta: Mi trabajo se enmarca en estrategias de intoxicación informativa y su finalidad es llamar la atención sobre los condicionantes que filtran la recepción de cualquier mensaje. Por ejemplo, la fotografía ejerce sobre el espectador un efecto de autoridad muy distinto al que consigue la pintura: la fotografía impone verdad. Con mis proyectos intento desmantelar esa creencia pero la credulidad de la audiencia llega a veces a límites insospechados. Cuando alquien ya quiere creer algo su capacidad crítica desaparece. Esto es lo que ha vuelto a pasar ahora con Sputnik: los responsables del programa "Cuarto Milenio" anhelaban y les convenía que la historia del "cosmonauta fantasma" fuera cierta. Que esto suceda 9 años después no me sorprende. Mis proyectos son como semillas que he ido esparciendo; a veces germinan inmediatamente pero otras veces necesitan que se den las circunstancias adecuadas. Son como bombas de relojería.

MJS: Yo siempre he dicho que la fotografía es esencialmente una mentira. El hecho de convertir en permanente un instante, habiendo seleccionado el encuadre que lo recorta de su contexto, ya hace que no se trate de algo totalmente verdadero. Creo que todos los fotógrafos estamos conscientes de eso. Sin embargo, ¿qué pasa cuando la fotografía se utiliza conscientemente para contar mentiras, mediante montajes, fotomanipulaciones y falsificaciones destinados ya no a reescribir la gran historia, sino a generar ingresos fingiendo "misterios" que no están allí, como sería el caso de las "Hadas de Cottingley" que volvieron loco a Conan Doyle, la "fotografía espiritista", las fotos de monstruos (lago Ness, Pie Grande) etc.?

JF: Yo suelo decir que la fotografía miente siempre pero lo importante es el sentido que el fotógrafo imprime a su mentira. La fotografía tiene en efecto un enorme potencial de convicción. Por eso la educación del público es vital: hay que estimular su capacidad de cuestionamiento, su escepticismo y voluntad de dudar. Esto último es particularmente importante: hay una inercia a aceptar lo que nos cuentan; reaccionar y utilizar el sentido común implica un mayor esfuerzo intelectual.

MJS: Cuando se desmitifican fraudes de este tipo, especialmente los que están apoyados en imágenes (me remito igual a la "fotografía psíquica" de Ted Serios que a los modelos de naves extraterrestres de "Billy" Meier o al "rostro de Marte"), la desmitificación, la explicación o el desenmascaramiento nunca tienen la misma repercusión que los fraudes originales. ¿Alcanzas a imaginar algún motivo desde el punto de vista de la comunicación visual que ayude a explicar esto además de las causas obvias como el márketing?

JF: La teoría de los rumores (como el infundio y la calumnia) indica que una vez la falsedad empieza a rodar ya no hay quien la pare por completo; se la puede frenar y hasta contrarrestar pero siempre queda un poso. Detrás siempre hay intereses: los económicos serían los prioritarios pero también podría deberse a fanatismo, a proselitismo ideológico y político, a deseo de notoriedad, etc.

MJS: ¿Crees que este tipo de patinazos de supuestos "investigadores" se pueda repetir con algún otro de tus trabajos? ¿Te sorprendería ver dentro de 30 años un libro "serio" sobre el misterioso caso de la conspiración del astronauta fantasma?

JF: No me sorprendería y lo deseo ardientemente. De hecho ahora mismo estoy haciendo una exposición en Salamanca titulada "La sirena del Tormes". En ella pretendo que a orillas del Tormes se encontraron fósiles de sirenas (para más inri, una de ellas embarazada). En realidad se trata de una especie zoológica llamada Hydropithecus ("mono de agua"), del que ya se han hallado algunos restos en la estribaciones de los Alpes. ¡Los periódicos locales y regionales han caído como benditos celebrando este fabuloso hallazgo paleontológico! De siete sólo uno ha hablado de "inocentada creativa", el resto lo ha dado todo por bueno. Al día siguiente, claro, entre mosqueados y divertidos han tenido que rectificar.